Dora Beatriz Barrancos es Licenciada en sociología, Doctora en historia, y feminista. Durante gran parte de sus 77 años
se ha dedicado a estudiar la historia política de los movimientos de mujeres en Argentina. Desde 2010, es Directora del
CONICET en representación de las Ciencias Sociales y Humanas. Nos cuenta su mirada acerca de las particularidades de
la vida científica para las investigadoras, y sobre la relación que la academia entreteje con el movimiento feminista
Por Julia Nesprias y Yanna Salas Ramírez
-Nos encontramos frente a un momento de ascenso del
movimiento feminista que llamamos “la cuarta ola”. ¿Cuáles
cree que son sus principales características?
-Es muy interesante que se hable de “cuarta ola”, porque entre lo
más novedoso se encuentra la expansión, la masividad. Por primera
vez en la historia de nuestro feminismo asistimos a un movimiento
multitudinario, y es esta la nota principal del impacto: la participación
abigarrada de mujeres de todas las clases y de todas las edades,
especialmente de las más jóvenes.
-¿Cómo describiría la relación entre la academia y los
movimientos sociales feministas? ¿Qué aportes hizo a los
debates actuales?
-Las relaciones entre las posiciones feministas y la producción académica y científica han ganado una formidable expansión.
Pensemos en los tímidos inicios del acogimiento de esas posiciones
en el sistema universitario argentino, al comenzar la década de
1990. Éramos pequeños grupos con una producción acotada. En
el presente hay estudios de las relaciones de género en todas las
universidades, y lo más notable, no hay centro de estudiantes que
no disponga de una manifestación en torno de esas relaciones.
Desde luego, los estudios de género implican hoy un crecimiento
exponencial de los abordajes de las sexualidades disidentes. En el
CONICET se registran casi doscientas investigaciones que se refieren
de algún modo a “géneros” y disidencia sexual, dato singular que
permite inferir el significado social de esa esfera tan gravitante en la
condición humana.
Los estudios de género implican hoy un crecimiento
exponencial de los abordajes de las sexualidades
disidentes
-¿Qué cosas cree que fueron diferentes o más dificultosas
por ser mujer en su rol como Directora del CONICET por las
Ciencias Sociales y Humanidades?
-Lo más difícil de la condición femenina en la vida científica es
que las mujeres no se desobligan de las responsabilidades marcadas
por el sistema patriarcal. Tienen la obligación prominente de cuidar
a la prole, de asistir a la familia y de gerenciar la vida doméstica. Esas
funciones significan que debe sustraer tiempo a la vida científica,
que es muy dura en los reclamos de producción cuantitativa y no
sólo cualitativa. Pero hay un fenómeno adicional, y es la dificultad
para reclamar: es muy poco probable que las mujeres se refieran a
las adversidades como discriminación. He sostenido que el concepto
“discriminación” les parece un asomo de subjetividad que hiere la
“objetividad” de la ciencia. Pero es cierto que entre las científicas de
las nuevas generaciones se observan cambios.
El concepto “discriminación” les parece un asomo de
subjetividad que hiere la “objetividad” de la ciencia.
-¿Cree que las trans o travestis tienen acceso a la carrera
de investigación? ¿Cuáles cree que son los obstáculos con los
que se encuentran a la hora de proyectarse como académicas?
-Es de toda obviedad las adversidades que atraviesan las personas
que se desmarcan de las sexualidades convencionales patriarcales.
Desde luego las mujeres trans enfrentan obstáculos exponenciales y confrontan de manera irrefutable con la hosquedad de todos los
ambientes, comenzando por el familiar. Más allá de la ley que protege
su estatuto de ciudadanía, no está encarnada la equivalencia de
trato. No conozco a ninguna persona trans que haya hecho carrera
en el CONICET, lo que equivale a decir que se interponen feroces
barreras en el sistema educativo, en los ambientes académicos y en
los laboratorios.
No conozco a ninguna persona trans que haya hecho
carrera en el CONICET, lo que equivale a decir que se
interponen feroces barreras en el sistema educativo, en
los ambientes académicos y en los laboratorios.
-¿El recorte presupuestario para el área de ciencia se
traduce en una mayor desigualdad de género?
-Sería temerario afirmar que el ajuste está significando de modo
taxativo mayor desigualdad, debido a la sobre representación que
hoy tienen las mujeres en el sistema científico. En el CONICET hay
54% mujeres, son más que los varones, la mayoría, sin duda, en los
niveles inferiores de la pirámide. El número de becarias es también
más alto, en torno de 60%. Pero puede ocurrir que de sostenerse
esta situación aciaga de ajuste, haya una caída de participación de las
mujeres. Puede conjeturarse que habrá una competencia agresiva, y
el mayor número de papers probablemente determine oportunidades
más favorables para los varones.
Puede ocurrir que de sostenerse esta situación aciaga
de ajuste, haya una caída de participación de las
mujeres.
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